En tiempos de la Iglesia primitiva, cuando arreciaban las persecuciones contra los cristianos hubo un modelo ideal que era el del mártir: aquel cristiano que fuera capaz de sostener y defender la fe, aún a costa de la propia vida. Hubo muchos mártires que dieron cabal cumplimiento a este ideal. Sin embargo, también existieron cristianos que no tuvieron esa fortaleza y ante las presiones y persecuciones cayeron en la apostasía: a estos se los llamó lapsi (caídos). El tratamiento de este problema suscitó diferentes posturas que llegaron incluso a generar cismas. Aunque a primera instancia el tema puede parecer muy alejado de los tiempos presentes, sin embargo, la actualidad de dichas posturas requiere del estudio cuidadoso del caso histórico.