La RDC es un terreno fértil para cualquier persona con espíritu emprendedor. A través del espíritu empresarial, el país podría incluso convertirse en una locomotora de desarrollo para África. Pero para que este deseo se haga realidad, es necesario revolucionar un importante factor social: la mentalidad. Es esta mentalidad la que impulsa -entre otras cosas- la creación de empresas, el ahorro y la inversión. El papel de los poderes públicos es, pues, fomentar estos elementos, en particular mediante (i) reformas que mejoren el clima empresarial y adapten el sistema educativo nacional a las necesidades socioeconómicas del país, pero también mediante (ii) la financiación pública de programas calibrados de apoyo a las empresas. Estoy firmemente convencido de que, a largo plazo, la "inversión" -por parte del Estado congoleño- en el espíritu empresarial de los jóvenes resultará ser una de sus mejores "inversiones". Para todas las generaciones, los jóvenes siempre han sido el futuro de la nación, y ese futuro debe ser brillante. Con su potencial, pueden ser una fuente considerable de riqueza, porque hay franjas enteras de la economía congoleña que están esperando a ser abiertas.
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