La precisión y satisfacción con la propia imagen corporal constituye un indicador de salud mental y, por el contrario, la distorsión e insatisfacción han sido consideradas tradicionalmente como indicadores de la presencia de trastornos que influyen negativamente en la calidad de vida. Este fenómeno se observa con tal frecuencia que, actualmente, las alteraciones de la imagen corporal están perdiendo peso como criterio diagnóstico. Ante estas evidencias, cabe preguntarse si los sesgos de respuesta están inducidos por los instrumentos de evaluación utilizados. Para contrastar el efecto del instrumento sobre la percepción y valoración de la imagen corporal, fue elaborada una escala experimental con fotografías de cada participante, comparando las respuestas verbales y psicofisiológicas (frecuencia cardíaca y conductancia electrodermal) inducidas por los estímulos.