La estructura social francesa es compleja, las jerarquías están bien delimitadas, aunque no siempre sean visibles, simplemente se saben, lo que genera personalidades con una autocensura constante, que a un observador exterior pudieran parecerle disciplinadas, serenas, pero que son como una olla a presión que en cualquier momento estalla y produce una Revolución Francesa o un Mayo del 68 . Cuando esto pasa, el subconsciente de los individuos se libera, pudiendo producir lo peor y lo mejor, por otro lado, Francia es un país abierto, que ha sabido acoger poblaciones diferentes e integrarlas en su sistema, generando nuevas vías de innovación por adaptación y ruptura, por estas razones, cuando en mi búsqueda de los orígenes de la crisis europea digo que ésta nace como consecuencia de la mundialización de los intercambios y modos de vida, así como de la uniformización de criterios y de normas, en un espacio de relaciones donde aún subsisten fuertes diferencias de concepción de la vida,de maneras de hacer y de recursos, encuentro un fuerte paralelismo con la situación de revolución permanente que se vive en Francia, cuyo diagnóstico y soluciones pudieran aplicarse a España.