Hoy, África está sin aliento y harta de sí misma. Se ha quedado rezagada en el concierto de las naciones debido a su total subdesarrollo. La mayoría de los países africanos están subdesarrollados o en vías de desarrollo. Esta posición hace que África sea frágil. Como consecuencia, África no tiene ni poder económico ni militar, y mucho menos cultural. Este defecto empuja a África a otro lugar, convirtiéndola en un continente enredado, con una historia de ciclos repetidos de dependencia, desde hace poco más de medio siglo. La piedra angular de esta empresa es el hecho de que los africanos han seguido siendo ciudadanos de "países en vías" de democratización, desarrollo, industrialización y emergencia. Por tanto, debemos preguntarnos por qué África, heredera de brillantes civilizaciones, con un enorme potencial económico y ecológico y una gran población, sigue sin tener voz ni poder en el mundo actual.
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