"¿Se puede decir que la originalidad de este libro es en parte la de quien se arriesga a cantar en gago? El gago titubea, hace del eco silábico su centro de afianzamiento, su lenguaje vibra al ritmo de la ecolalia, de la necesidad de acelerar en el desaceleramiento, y de tirar hacia delante cuando se está en verdad, a cada rato, encangrejado. La lengua gaga balbuce, el flujo se entrecorta. En vez de saeta que se mueve en rápida sucesión recta por la ilusoria fruición del aire, estamos en el entrepedar, el cancanear, la retahíla rota, la forja en que golpeando sobre el yunque el martillo se atasca, obligándolo a descargar chispas sueltas (quedan colgando) hasta poder recuperar (nuevo tartamudeo) la velocidad. Una cacofonía, digamos, que se ha vuelto gagofonía. El gaguear da paso al fluir poético, el gago mundo corre como las cristalinas aguas de un poema de Garcilaso: a la moderna, que es también a la antigua (de ahí lo moderno)." José Kozer