A finales de los años 90, Europa se dio cuenta de la necesidad de desarrollar un sistema independiente de navegación por satélite que llevara el nombre del célebre pensador Galileo Galilei. Desde el principio, las autoridades europeas insistieron en el carácter civil de Galileo y sus posibles beneficios económicos y sociales frente al GPS estadounidense y el GLONASS ruso, controlados y operados por militares. Sin embargo, como sistema potencial de doble uso, Galieo también tiene una dimensión de seguridad y defensa, ya que Europa, una vez completado, poseerá una capacidad comparable al GPS, que ha revolucionado la guerra moderna. En medio de los desacuerdos sobre las características del sistema y el fracaso de su estructura de financiación, la UE consiguió llegar a un acuerdo y decidió seguir adelante con Galileo en noviembre de 2007.
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