A comienzos de los años 90's la ciudad de Bogotá D.C., era una de las urbes más caóticas de Colombia y de América Latina; un caos marcado especialmente por el deterioro del inmobiliario urbano y la existencia de unas infraestructuras obsoletas e insuficientes para atender la constante y creciente demanda de servicios públicos. En medio de este panorama, la organización de las finanzas públicas de la ciudad, acompañada de otras estrategias como la planificación urbana y la inversión en cultura ciudadana, marcan un antes y un después para la ciudad, ya que es solo a partir de la consolidación de un marco fiscal de mediano y largo plazo que la ciudad empezó a resolver sus problemas más apremiantes, aun cuando al menos en lo que se refiere a la movilidad sigan existiendo asuntos por zanjar.