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Camerún es otro país que actualmente es testigo de un genocidio. La minoría anglófona ha sido objeto de diversas frustraciones o marginaciones que van desde lo político, lo económico y lo sociocultural. El jefe de Estado Paul Biya, declaró la guerra a la minoría anglófona en noviembre de 2017, con el objetivo de eliminar a los anglófonos que luchan contra la marginación y los abusos de los derechos humanos por parte del régimen de Biya. El jefe de Estado, a través de sus instrucciones, ordenó a los militares y a sus colaboradores que mataran, arrestaran y destruyeran las propiedades de este grupo de personas. Su actuación creó sentimientos encontrados, especialmente entre ONG como Human Right Watch, International Crisis Group, así como organismos internacionales como la ONU, la UE y la UA, que condenaron estas atrocidades. Varios socios de Camerún, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, condenaron al gobierno y pidieron un diálogo inmediato para resolver los conflictos. A pesar de los llamamientos internacionales, el gobierno sigue utilizando a sus militares para maltratar a la población y cometer abusos contra los derechos humanos, como las violaciones. La acción militar ha provocado numerosas pérdidas, tanto humanas como materiales, así como el desplazamiento de miles de personas a otros países como refugiados.