En este mundo globalizado de competencia feroz, las empresas han perdido sus fronteras. La gestión de la diversidad desempeña un papel fundamental para mantenerse en este mundo competitivo a escala internacional. La diversidad se refiere a cualquier diferencia percibida entre las personas: edad, raza, religión, especialidad funcional, profesión, orientación sexual, origen geográfico y estilo de vida, antigüedad en la organización o puesto y cualquier otra diferencia percibida. Estos factores deben centrarse en el desarrollo de una plantilla diversa mediante la fusión de las diferencias reales y percibidas entre los trabajadores para lograr la máxima productividad. Todas las empresas deben crear una cultura de apoyo en la que todos los empleados puedan ser tratados por igual con sus respectivas singularidades. Por lo tanto, la alta dirección debe considerar la diversidad en el lugar de trabajo como un objetivo de la empresa e incluir iniciativas de diversidad en las estrategias empresariales. Históricamente, la diversidad en el lugar de trabajo ha sido reconocida como una cuestión de equidad en el empleo, pero en el escenario actual, se reconoce como un beneficio que contribuye a los resultados de una organización.
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