La gestión del riesgo es mucho más que la simple selección de la póliza de seguro adecuada y, de hecho, el seguro es sólo una alternativa de financiación en el proceso de gestión de los peligros de hacer negocios. El primer paso es eliminar o al menos reducir el riesgo. Por ejemplo, tiene sentido construir edificios seguros y seguir procedimientos operativos sólidos en el lugar de trabajo para reducir el riesgo de accidentes. Del mismo modo, vale la pena tener cuidado al guardar papeles importantes, como contratos o negativos de libros. Los datos electrónicos deben guardarse en un lugar seguro, a salvo de daños físicos, así como de robos o manipulaciones (el almacenamiento externo de cintas de copia de seguridad es una práctica aconsejable). El segundo paso es prepararse en la medida de lo posible para lo inevitable. Las empresas asumen habitualmente ciertos tipos de riesgos como parte de sus operaciones normales. Gastar en pequeñas reparaciones del edificio, añadir una cantidad para imprevistos a un presupuesto y mantener una reserva para amortizaciones de inventario son ejemplos de esta táctica. Toda empresa espera encontrarse con estas pequeñas y a menudo frecuentes "pérdidas" y, en consecuencia, imputa su coste a las operaciones normales. El tercer paso para las organizaciones es autoasegurarse contra ciertos tipos de riesgo.
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