El cultivo intensivo y el uso inadecuado de fertilizantes provocan una deficiencia de nutrientes, lo que se traduce en un menor rendimiento de los cultivos. Por lo tanto, el uso de insumos agrícolas en forma de estiércol orgánico se ha hecho necesario. Aunque los abonos suelen ser muy voluminosos y el coste de transporte es elevado, son fuentes seguras de nutrición, ya que son respetuosos con el medio ambiente y liberan sus nutrientes de forma lenta y constante en los cultivos, activando así las actividades microbianas del suelo (Eifediyi y Remison, 2010). El estiércol orgánico sustenta los sistemas de cultivo gracias a un mejor reciclaje de los nutrientes y a la mejora de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Se ha observado que el uso de abonos orgánicos tiene efectos beneficiosos sobre la textura y la estructura del suelo.