Si bien Benín, al igual que muchos países africanos, siempre ha padecido un enorme desfase entre la oferta y la demanda de electricidad, el violento choque del COVID-19 combinado con los ataques climáticos generan una gestión decrépita de la oferta y la demanda de electricidad. Hay que señalar que la debilidad de los países y de la producción eléctrica continental se explica, entre otras cosas, por la falta de inversiones sustanciales en el sector durante años y por la no integración del factor del cambio climático en las políticas de gestión de la demanda. El resultado al final de la carrera es espantoso. Una producción de electricidad insuficiente a un coste en absoluto asequible para la inmensa mayoría. Esta situación está en el origen de profundas desigualdades que afectan a las mujeres, los jóvenes, las comunidades vulnerables, los discapacitados, etc. Sin embargo, es posible alcanzar un acceso óptimo a la energía vinculado a soluciones sostenibles que induzcan un fuerte crecimiento económico y borren las desigualdades. Así, la gestión óptima de la oferta y la demanda de electricidad puede desempeñar un papel fundamental y catalizador en la reducción de los impactos negativos de COVID 19 que contribuyen a la exacerbación de las desigualdades. El presente trabajo aporta un nuevo enfoque que inspira la innovación y la toma de decisiones.
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