Inspirándose en el filósofo Immanuel KANT, que contrapone "fenómeno" a "noúmeno", el autor descifra la globalización más bien como un noúmeno. Esto justifica su planteamiento, que califica de "ruptura". En la globalización, el autor discierne el megaproyecto del Dios-Creador de una sociedad mundial para todos los seres humanos a escala global y perenne. El autor examina sus perspectivas y opciones axiológicas, sus homogeneizaciones psicoespirituales alternativas y sus problemáticas, que distan cien leguas del enfoque racionalista. El autor lo explica, con la Biblia abierta de par en par, a través del paradigma del sociólogo norteamericano Lasswell (Harold DWIGHT). Con ello responde al "quién, qué, por qué, cómo, cuándo y dónde" de la globalización noumenal. También intenta responder a la pregunta planteada por el sociólogo Daniel MERCURE: "¿Cuál es el objetivo de la globalización?El autor se basa en el concepto del ideal cristiano de perfección psicoespiritual y su proceso centrífugo, que ha explicado. Esto da paso a una acusación contra el racionalismo y el falso cristianismo, así como a un alegato en favor de este ideal cristiano.
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