Estado, a diferencia del poder y la influencia de las clases gobernantes, es omnipresente porque ha evolucionado a la par de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), aún a pesar de que sus líderes políticos parecen contradecir esta presunción. En sus inicios, el Estado transmutó el poder político en religión y posteriormente en comercio, arte y ciencia. Hoy en día, el Estado administra cantidades suficientes para reactivar economías de primer orden o financiar sistemas bancarios globales.