Las buenas prácticas en farmacia hospitalaria son cruciales para garantizar una atención farmacéutica segura y eficaz. Esto incluye las Buenas Prácticas de Fabricación (BPF), que garantizan la producción controlada y constante de medicamentos, esencial para evitar la contaminación y los errores de dosificación. El control de calidad comprueba la pureza y concentración de los medicamentos, desempeñando un papel vital en la seguridad del paciente. La trazabilidad permite el seguimiento de cada medicamento a lo largo de su ciclo de vida, esencial en caso de retirada del producto o para investigar reacciones adversas. Las prácticas de reconstitución citotóxica garantizan la seguridad al manipular fármacos potentes utilizados en el tratamiento del cáncer. Por último, las prácticas de almacenamiento garantizan que los medicamentos se conserven en condiciones óptimas para mantener su eficacia. La adopción rigurosa de estas prácticas es fundamental para la calidad de la asistencia, reforzando la confianza en el sistema sanitario.
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