A lo largo de la historia se ha considerado que todo deseo sexual es lujurioso, independientemente de que sea o no incontrolable, esté o no dentro de los márgenes de la adicción o la obsesión. La lujuria afecta la vida de quien la padece y el entorno que lo rodea.Es un flagelo público y por lo tanto hay que buscar los medios para controlarlo y prevenirlo porque destruye las relaciones afectivas, e incluso puede conducir a una prisión o a la muerte. La lujuria sexual induce a los individuos a consumirse en el sexo desordenado e indiscriminado con cualquier persona, en cualquier momento y no interesan los riesgos que se corran. Se pierde la autoestima, y lo que inicia con una simple mirada puede convertirse en infidelidad, acabando con los hogares y dejando consecuencias funestas, eso hace que seamos más vulnerables a otras tentaciones o vicios.El lujurioso no tiene sentimientos auténticos de amor sino de deseo, y pasión desenfrenada, haciéndolo esclavo de la carne, con esa práctica egoísta que destruyen su vida interior.En el libro se presentan algunas tipologías y una encuesta de hogares llegando a conclusiones interesantes.
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