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Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida (Proverbios 4:23). El corazón del hombre antes de que éste sea regenerado es su peor parte, y acaba siendo la mejor parte después. Es donde se asientan los principios, y la fuente de las acciones. La mayor dificultad en la conversión es ganar el corazón para Dios. La mayor dificultad después de la conversión es guardar el corazón con Dios. En esta gran obra la dirección y la ayuda son el alcance del texto, donde tenemos:Una exhortación: Con toda diligencia guarda tu corazón. La razón o motivo que lo impone:…mehr

Produktbeschreibung
Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida (Proverbios 4:23). El corazón del hombre antes de que éste sea regenerado es su peor parte, y acaba siendo la mejor parte después. Es donde se asientan los principios, y la fuente de las acciones. La mayor dificultad en la conversión es ganar el corazón para Dios. La mayor dificultad después de la conversión es guardar el corazón con Dios. En esta gran obra la dirección y la ayuda son el alcance del texto, donde tenemos:Una exhortación: Con toda diligencia guarda tu corazón. La razón o motivo que lo impone: Porque de él brotan los manantiales de la vida. En la exhortación consideraremos:La cuestión del deber. La forma de realizarlo. Porque de él [el corazón] brotan los manantiales de la vida. En otras palabras, el corazón es la fuente de todas las operaciones vitales; es la fuente y origen tanto del bien como del mal, así como el resorte de un reloj pone en movimiento todos los engranajes. El corazón es el tesoro, la mano y la lengua no son más que los talleres de trabajo. El corazón concibe la idea, y ¿¿los miembros ejecutan: porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lucas 6:45).
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Autorenporträt
John Flavel (c. 1628-1691) nació en una Inglaterra asolada por agitaciones políticas, sociales y religiosas. Dos guerras civiles y un liderazgo inestable enmarcaron el panorama político. Las dificultades económicas y el resurgimiento de la peste angustiaron aún más a la nación. La iglesia también estaba agitada. Flavel, pastor de una de las muchas iglesias independientes perseguidas por el gobierno, fue obligado a abandonar su iglesia en Dartmouth. En secreto y bajo presión, continuó predicando, escribiendo y pastoreando a su rebaño. Sufrió la muerte de tres de sus cuatro esposas y al menos un hijo. Continuó predicando hasta su repentina muerte en 1691.