Una larga y muy compleja tradición de enfrentamientos internos, con múltiples caras y trayectorias de grupos armados, con manifestaciones de extrema crueldad, en el marco de una sociedad fragmentada y habituada al dolor que emerge de guerras, las cuales incluso han tenido como contrincantes a aquellos que parecen estar en un mismo bando, y que constituye uno de los rasgos de la degradación reciente del conflicto colombiano, cuya continuidad se incorpora como un modo de ser y un modo de vivir anclado a una sociedad en la búsqueda de memoria, donde a la vez se oculta, por parte de sus actores armados, el afán por el dominio, el poder burocrático, el territorio, los recursos y la sujeción sobre las poblaciones desarmadas. He allí las violencias en su devenir, en su permanencia.