Durante los últimos años, el número de personas que presentan discapacidad auditiva ha ido en aumento y se espera que el 2015 el número de personas excederá los 700 millones. Frente a esta gran cantidad de personas con la audición afectada, no dan abasto los intérpretes que hacen posible una comunicación directa y efectiva entre los oyentes y los no oyentes (Diletto, 2010). Al revisar una muestra de los currículos de diferentes universidades de Puerto Rico en el 2014, se encontró que no existe como tal la integración curricular del lenguaje de señas en los programas de enfermería para favorecer a la población de audio-impedidos que incluya conocimientos y destrezas necesarias para comunicarse con los pacientes que eventualmente asistirán a los centros de salud para atenderse.