En las ciudades europeas, las iglesias africanas están creciendo. En Bélgica, la mayoría de ellos son el resultado de la inmigración congoleña. No se trata de la religión traída por la colonización, sino de la religión del inmigrante, constituida por comunidades de oración o iglesias congoleñas (en su mayoría revivalistas), importadas del Congo pero fundadas en Bélgica, que desempeñan un papel importante en la reunión étnica de individuos dispersos; forman una especie de territorio circular con su país a partir de redes transnacionales; como dice Bastian: "La transnacionalidad religiosa es un proceso de difusión multilateral que atraviesa las fronteras sin emanar de un punto de partida específico, ni estar impulsado por intereses estatales. Su principio se encuentra en las estrategias de creación de redes. La red como conjunto de nodos interconectados facilitaría la circulación discursiva y translocal de las identidades religiosas.
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