La elección es un acto tan complejo, dependiente de tantos factores, que no habría probablemente curso alguno capaz de enseñarnos a elegir bien (porque ahí reside el secreto de la elección: en que ella nos lleve a lo más conveniente). En cambio, sí podría un curso enseñarnos cómo proceder ante una elección: ser guiados en y practicar el autoconocimiento, la mirada atenta a la realidad, la planificación realista y acotada de nuestros proyectos, la valoración realista de posibilidades. Si una elección fue buena o no, la vida se encargará de demostrarlo. Y muy probablemente ninguna buena elección permanezca absolutamente inmutable a lo largo de nuestra existencia, sino que requerirá de nuevas elecciones que refuercen, contrarresten o incluso reemplacen a aquella que, alguna vez, fue buena pero ya no lo es. Entre las decisiones perennes hallamos las vocacionales. Sin embargo, la vida humana es dinámica, es un camino de decisiones que nos demuestran que elegir es hacerse y también, a veces, des-hacerse. Uno de los puntos fuertes de nuestro momento histórico es patentizar esta característica.