A Helena no le gustaba nada irse a dormir.Se ponía de mal humor cada vez que oía a su padre la misma frase de todas las noches: -Venga, pequeñaja, a dormir.Porque ella no tenía sueño nunca. Bueno, casi nunca, que una vez en Nochebuena sí que le entró sueño cuando la dejaron quedarse despierta hasta muy tarde.Era un rollo irse a dormir. Y, además, ya no era tan pequeña. Había cumplido ocho años la semana pasada.Debajo de la alfombra de su habitación había un reino mágico con un dragón muy enfadado.
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