El nombre de Helena Araújo representa para la literatura colombiana la suma de todas las expresiones de libertad. Para ello, sin embargo, el precio que debió pagar la autora de sus propias cuitas fue el exilio y una buena cuota de olvido. En su escritura transitan todas las mujeres que han escrito en Colombia, desplegando así un ejercicio de consideración y reconsideración de su propia tradición para poner en el prisma de la ironía todas sus luchas y de aquellas olvidadas que, como ella también escribieron en sus propias variaciones de exilio. Pocas veces se encuentra uno con una literatura tan sincera, tan escrita desde el cuerpo, desde la entraña misma de la memoria que se hace cuerpo escrito. El nombre de Helena Araújo fluye para dejarnos todos los nombres en los que se auto-inventa y para recordarnos la libertad que es la escritura que siempre deviene afuera. María Clemencia Sánchez