Me tomó casi ochenta años entrevistar a mis personajes entrañables; a veces abortaba su insistencia, cuando pedían qué yo los escuchara. Tocaban a mi puerta todas las mañanas para contarme el peregrinar de sus vidas; me conmovía y los escuchaba y, así, mientras ellos desahogaban sus cuitas, mis escritos crecían, luego, me interesé en conocer sus historias, empecé a hacer preguntas, y ellos me relataban sus desventuras que son muchas y, sus alegrías que son pocas . Sus reuniones consuetudinarias desde niños las realizaban en las azoteas de las paupérrimas vecindades, dónde ellos viven, al platicar conmigo, utilizan un lenguaje coloquial subido de tono. Al inicio de la novela, están en los seis y siete años de edad. Basilio, Octavius e Higinio van creciendo y me describen sus parábolas. Percibí cuando la testosterona les empezaba a hacer justicia; me contaban explícitamente sus primeros escarceos físicos con chicas de su misma edad; también, me participaron de varios funerales irremediables, los ví llorar, reir y morir. Y, yo lloré con ellos. Higinio es el principal personaje de la novela; a él lo encontraba en la cafetería, en el autobús, en la iglesia y, en tantísimos sitios qué, a veces distraían mi propia vida. Higinio tiene la facultad de crear historias cuajadas de metáforas, y cuando las describe se conforma una audiencia irrepetible y, te motiva a desvelar que, son ficticias, autobiográficas e inexplicables. En el vecindario, vive una suerte de parafernalia de personajes excepcionales, intenté dejarlos en el tintero, sin embargo, les di asilo en bibliografía, luego soñé con ellos y, reí también hasta el cansancio. Basilio conforma una familia de nueve hermanos, y su familia se ve asediada por una pobreza irreductible. Octavius es huérfano de madre, cuando él nace, su mamá que responde al nombre de Laurita empieza a padecer un cáncer que dura más o menos: tres años, así que, su padre se aboca el papel de madre y padre al mismo tiempo. Higinio es hijo único, él asegura que, recuerda su estadía dentro de la matriz de su mamá, lo describe a la perfección y entonces subyuga a sus amigos. La novela alcanza el clímax cuándo Higinio, es perseguido por un anciano barbado, que podría ser un ángel, la muerte o, algún espíritu maligno y esto lo persuade a consultar hechiceros, magos, videntes y curadores de almas perdidas, y muy a su pesar, no logran apaciguar a los fantasmas de su cerebro... la novela se satura de momentos esotéricos y los momentos mágicos acarrean una tormenta de metáforas inexplicables.
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