Para los pueblos de México, la defensa de sus tierras, ha sido muy importante, porque de ella depende su subsistencia. Con la conquista española (1521) se produjo la conversión de las tierras comunales en propiedades privadas, para dar origen hacienda feudal, a principios del siglo XVII. Es así como surge la hacienda de Jalapilla, con una extensión territorial modesta, que para 1810 en plena Revolución de Independencia alcanzó una superficie aproximada de 1700 hectáreas. Si bien es cierto que el capitalismo surgió a mediados del siglo XIX y por su naturaleza exigía la privatización de las tierras de las corporaciones civiles y eclesiásticas, pero dada su debilidad, en un inicio se concentró en la nacionalización de los bienes territoriales de la iglesia, posponiendo la privatización de las tierras comunales durante el Porfirismo, de tal manera que para 1910 la hacienda de Jalapilla había alcanzado, una extensión aproximada de 5000 hectáreas a costa de las tierras comunales de SanAndrés Ixtlahuaca. Solo la Revolución de 1910-1917, hizo posible la dotación en 1929 de 1440 hectáreas de tierras ejidales a San Andrés Ixtlahuaca.