Desde tiempos inmemoriales se ha pretendido separar el ser, la vida, de la conciencia y, por lo tanto, separar el trabajo de transformación del movimiento-material-espacio-temporal, de las ideas y conceptos con los cuales expresamos el conocimiento proporcionado por la experiencia como reflejo, en nuestros cerebros, de la vida misma. Con estas notas pretendo mostrar cómo la historia del pensamiento no es más que el reflejo del desarrollo de las actividades con las cuales transformamos la realidad que nos ha tocado vivir, es la historia de la vida misma.