La organización de la polis griega tenía el ideal de la persona sana al cual contribuía el médico hipocrático. La odontología estaba disuelta en un quehacer unificado donde el práctico del arte elige lo apropiado a la naturaleza del paciente, atendiendo por igual al alma y al cuerpo. La separación alejandrina entre medicina y cirugía repite la dualidad platónica entre un ser trascendente y un cuerpo sujeto al devenir. Muchos médicos antiguos practicaron el arte dental y todos los cirujanos también lo hicieron, así como farmacéuticos y barberos. Cuando se invoca la definición genéricamente médica de la formación del cirujano dentista, se apela al derecho del ciudadano a una salud integral, responsabilidad ineludible del ethos social que marca con la obligación del profesionalismo. A comienzos del tercer milenio, la crisis económica, social, moral y ecológica del mundo globalizado impone una necesaria reflexión sobre los fundamentos del ejercicio en salud humana para poder practicar lo que mejor sabemos y enseñarlo como un arte.