Aunque ahora el pantalón se encuentre en el armario de cualquier mujer y se adapte sin cesar a los dictámenes de la moda, no siempre estuvo bien visto como prenda femenina. Sucesor del calzón, el pantalón simbolizó la masculinidad y el poder. Durante la Revolución francesa, expresó los valores republicanos y se convirtió en un elemento clave del nuevo orden político. Sin embargo, el Antiguo Régimen continuó para las mujeres, que, tanto en el ámbito del vestir como en el social, no accedieron ni a la libertad ni a la igualdad. Privadas de derechos, tuvieron prohibido el pantalón. Pero nada como una prohibición para aguijonear al deseo. Sobrecargado de connotaciones y fantasías, el pantalón acompañó todas las transgresiones que jalonaron la ruta de la emancipación de las mujeres. Artistas, feministas, revolucionarias, viajeras, actrices, deportistas, fueron innumerables las mujeres conocidas y desconocidas que se apropiaron de la prenda masculina. Pero habrá que esperar a las décadas de 1960 y 1970 para que el pantalón se feminice. ¿Fin de la historia? En absoluto. Todavía queda un largo trecho por recorrer.
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