Cuando Dios contó al pueblo Israel contó a los hombres mayores de veinte años que eran capaces de luchar. Cuando Jesús empezó a construir su iglesia, eligió a doce hombres, la mayoría de los cuales trabajaban con sus manos. Todas las cartas del Nuevo Testamento están dirigidos a "hermanos". Sin embargo, muchas iglesias de hoy se parecen a los botes salvavidas, que salvan primero a las mujeres y a los niños. ¿Qué ha fallado? ¿Cómo corregirlo? ¿Por qué es más fácil convertir a mujeres que a hombres? ¿Cuáles son las diferencias entre hombres y mujeres? ¿Es el trabajo diario de un hombre un mal necesario o su servicio cristiano a tiempo completo? ¿Cómo podemos discipular a los hombres hoy? Estas y otras muchas preguntas sobre las funciones y responsabilidades de los hombres son respondidas por David Pawson, que desde hace algunos años dirige seminarios para hombres en este país y en el extranjero bajo el lema "Hombres para Dios".
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