Horizontear las utopías y las distopías es, también, exigir unos lenguajes más flexibles, más abiertos que aquellos enclaustrados en las academias de las lenguas que, a veces, quieren hacer de la lengua un triste museo, academias que parecen vigilantes no sólo del lenguaje sino del destino mismo de sus reconfiguraciones. Sólo si funciona se conserva, conócete a ti mismo son algunas de las apuestas de lo apolíneo, no ocurre lo mismo con Dionisio que es impulso e instinto; por lo tanto, Apolo es taxonómico y controlador, Dionisio es transgresor y defensor del vitalismo. Apolo es uno de los más vistosos y multifacéticos dioses griegos, dios de la luz, del sol, dios de la adivinación, de los sueños, dios del futuro, del devenir. Apolo era un dios oracular, el principal de Delfos; un dios que todo lo sabía, tenía las claves para enfrentar el desorden, el futuro era su tiempo vital. Dionisio es la expresión de los sentidos, la lujuria de la vida, el riesgo mismo de las pasiones que confronta la racionalidad; el mundo de la embriaguez. Las tensiones son evidentes, en unos casos se complementan, en otros se dispersan, por suerte, el ser humano convive con ambos así lo quiera desconocer.