Argelia importaba una media de 300.000 vehículos al año, lo que representaba unos 6.000 millones de dólares anuales. Para contrarrestar este gasto público, que se nutría directamente de la reserva nacional de divisas, el gobierno decidió pasar a la producción local de vehículos y prohibir parcial y progresivamente las importaciones. El golpe fue muy duro para la mayoría de los concesionarios. En el caso de Hyundai Motor Argelia, que pasó veinte años desarrollando la marca en Argelia, el golpe fue fatal: su expediente de producción fue rechazado. La marca fue cedida a otro operador, a su vez antiguo cliente de Hyundai Motor Argelia. ¿Cómo reaccionar en esos momentos de crisis? ¿Qué estrategia debe adoptarse para seguir existiendo y salvar la empresa? ¿Se puede luchar contra un sistema? Esto es lo que intentaremos ver a través de las páginas de este libro.
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