24,99 €
inkl. MwSt.

Versandfertig in über 4 Wochen
  • Broschiertes Buch

La forma de constitución que sustituyó al feudalismo y al absolutismo fue la democracia; la forma de gobierno, la plutocracia. Hoy, la democracia es una fachada de la plutocracia: como las naciones no tolerarían una forma pura de plutocracia, se les concedieron poderes nominales, mientras que el poder real descansa en manos de los plutócratas. Tanto en las democracias republicanas como en las monárquicas, los estadistas son marionetas, los capitalistas son los titiriteros; dictan las directrices de la política, gobiernan mediante la compra de la opinión pública de los votantes y, a través de…mehr

Produktbeschreibung
La forma de constitución que sustituyó al feudalismo y al absolutismo fue la democracia; la forma de gobierno, la plutocracia. Hoy, la democracia es una fachada de la plutocracia: como las naciones no tolerarían una forma pura de plutocracia, se les concedieron poderes nominales, mientras que el poder real descansa en manos de los plutócratas. Tanto en las democracias republicanas como en las monárquicas, los estadistas son marionetas, los capitalistas son los titiriteros; dictan las directrices de la política, gobiernan mediante la compra de la opinión pública de los votantes y, a través de las relaciones profesionales y sociales, de los ministros. En lugar de la estructura feudal de la sociedad, intervino la plutocracia; el nacimiento ya no es el factor decisivo para el rango social, sino los ingresos. La plutocracia de hoy es más poderosa que la aristocracia de ayer: porque nadie está por encima de ella salvo el Estado, que es su herramienta y el ayudante de su ayudante. Cuando aún existía la verdadera nobleza de sangre, el sistema de aristocracia por nacimiento era más justo que el de la aristocracia adinerada de hoy: porque entonces la casta gobernante tenía sentido de la responsabilidad, cultura y tradición, mientras que la clase que gobierna hoy carece de sentimientos de responsabilidad, cultura o tradición.