Una visión a contraluz revela una silueta que, referida a la identidad, muestra lo profundo de lo social, ocultado por el marco de lo etnocultural con papel de foco en tragaluz. En Venezuela, la subjetividad se estrangula debido al desorden étnico de la desorientación social. La narrativa literaria aprovecha el contraluz para lograr una ficción hermosa de la realidad; la ciencia la elabora crudamente desencantada según el principio de realidad, tal como opera. La identidad se siente como en puja: la sociedad -ley impersonal- aparece como enemigo de la etnicidad primariamente personalista que al verse reducida a transformar el sentido en su ethos cultural "corroe todos los proyectos (sociales) y se lamenta complacida" (Briceño G.) Una crítica inmanente de la cultura develará a una contraluz transcendental lo mejor del venezolano como apertura al campo de la sociedad, definidor de la identidad toda, la de pueblo y nación venezolanos.