Uno de los principales problemas que enfrenta el mundo en general y México en particular, es que ya no estamos sometidos al dominio de un grupo específico, sino a un sistema impulsado por poderes totalizadores abstractos, que logra imponerse alentando la falta de compromiso político con el apoyo de los medios de comunicación dedicados a confirmar la versión oficial de los acontecimientos. Los líderes políticos ya no son quienes crean al sistema, sino productos de él, son construcciones de las relaciones públicas y de los publicistas, esbirros del poder. Ya no se requiere carisma personal, el modelo es la cabeza de las corporaciones; el líder realmente no es importante, el sistema puede sobrevivir sin el líder, de ahí la falta de liderazgo que se vive en el mundo entero, y cuando aparece alguien dispuesto a enfrentar al sistema, como en el caso de México en las elecciones de 2006 y 2012, es calumniado y políticamente destruido a través de la construcción social del miedo, principalmente desde los medios de comunicación.
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