Nietzsche cree que la Iglesia y el Estado moderno son similares: son monstruos. Su monstruosidad radica en la mentira. Ambas instituciones pretenden hacer feliz a la gente. En realidad, el propósito del Estado moderno y de la institución eclesiástica es manipular a la gente para sus propios fines egoístas. La Iglesia y el Estado moderno explotan astutamente al pueblo y destruyen cualquier intento de superación. Así, el pueblo vive miserablemente. Para Nietzsche, la iglesia y el estado moderno no tienen legitimidad, encarnan la muerte del pueblo. De ahí el llamamiento de Nietzsche a la humanidad para que desconfíe de estas dos instituciones, para que "no vaya a las iglesias si quiere respirar aire puro". Nuestro objetivo en este libro ha sido mostrar que la Iglesia y el Estado moderno tienen el mismo destino: la mentira, la verdad no está en su naturaleza.
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