El turismo es muy vulnerable al cambio climático y, al mismo tiempo, contribuye a él. Las amenazas para el sector son diversas, e incluyen impactos directos e indirectos como los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento de los costes de los seguros y los problemas de seguridad, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y los daños a los bienes y atracciones de los destinos, entre otros. La continua degradación y alteración del patrimonio cultural y natural provocada por el clima afectará negativamente al sector turístico, reducirá el atractivo de los destinos y disminuirá las oportunidades económicas de las comunidades tribales locales, ya que los recursos naturales y culturales son la base de la competitividad del sector turístico.
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