El trasplante renal representa el tratamiento óptimo para los pacientes con enfermedad renal en fase terminal. En comparación con la diálisis, un trasplante renal satisfactorio no sólo ofrece una mejor calidad de vida, una mejor rehabilitación social y un menor coste económico, incluso en pacientes de alto riesgo, sino que también permite una mayor esperanza de vida. La llegada de la caracterización molecular y la clonación del genoma del VHC fue seguida de la identificación del VHC como la principal causa de hepatitis no A, no B, de transmisión parenteral (NANBH). Hay varias razones por las que las poblaciones de trasplantados renales corren un riesgo potencial de desarrollar hepatitis C. La mayoría de los pacientes han recibido múltiples transfusiones de sangre. Además, se encontró una mayor prevalencia del VHC en pacientes en hemodiálisis no transfundidos, lo que sugiere que otros modos de transmisión del VHC distintos de la transfusión de sangre, probablemente nosocomiales, desempeñan algún papel en el contexto de la diálisis. Además, se ha documentado la posibilidad de que los órganos de donantes puedan transmitir el VHC. Mientras que algunos investigadores informaron de la seguridad del trasplante de pacientes con enfermedad renal en fase terminal (ERT) infectados por el VHC, otros demostraron un mayor riesgo de muerte por sepsis, hepatopatía.
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