La colocación de implantes tiene como objetivo proporcionar un anclaje duradero para obtener unos resultados funcionales y estéticos óptimos. Sin embargo, el maxilar y la mandíbula atróficos presentan retos significativos debido a la deficiencia ósea y a la anatomía desfavorable de la cresta. Los clínicos deben estar bien informados sobre las distintas opciones de tratamiento para seleccionar el enfoque más adecuado para cada paciente. Las soluciones clave incluyen la colocación de implantes en pilares anatómicos, la elevación del suelo sinusal y el injerto óseo, aunque aumentan la complejidad de la cirugía. En respuesta, en la última década han surgido diseños de implantes modificados para maxilares atróficos, que ofrecen menores tasas de morbilidad y un éxito bien respaldado. Entre ellos se incluyen los implantes cigomáticos, tuberosos, pterigoideos, cortos, inclinados y basales, entre otros. La selección del implante se guía no sólo por el diagnóstico, sino también por las características específicas, ventajas y limitaciones de cada diseño. Así pues, el éxito de la rehabilitación del maxilar y la mandíbula atróficos requiere un profundo conocimiento y comprensión de estas técnicas avanzadas por parte del clínico.
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