Después de observar durante muchos años el gran esfuerzo que hacen diversas entidades sin ánimo de lucro, gubernamentales o no gubernamentales, en pro de la seguridad vial urbana y en carretera, en nuestros países de América latina, encuentro que la mayor parte de esos esfuerzos se pierden en la medida en que todos los buenos propósitos derivados de estudios y análisis presentados, al igual que la normatividad y las reglamentaciones al respecto, no se llevan a la práctica, es decir se quedan en el papel.