Impulsada por una presión creciente por parte de los ciudadanos y por la propia competencia que están teniendo los centros urbanos, la apuesta a la elevación de los niveles de calidad de vida es uno de los temas principales en la agenda estratégica de las administraciones locales. La calidad de vida como propósito superior de las políticas públicas aparece asociada a la satisfacción del conjunto de necesidades que se relacionan con la existencia y bienestar de los ciudadanos. La disponibilidad y acceso de la población a los satisfactores es lo que va a permitir cubrir los requerimientos de los individuos, grupos sociales y comunidades respecto a los componentes de necesidad. El comportamiento, generación, disponibilidad y acceso a los satisfactores se evalúa en términos de indicadores, los cuales no solo deben condensar la dimensión objetiva sino también la subjetiva, asociada a la percepción y las características del sujeto en relación con los niveles de vida. Este trabajo propone generar una metodología de construcción de un cuerpo de indicadores como herramienta para la toma de decisiones con mayores niveles de información y en línea con los problemas de los ciudadanos