En la época en que el pensamiento humano estaba relacionado inconscientemente con la naturaleza y el cosmos, la intuición y la percepción eran fundamentales para establecer canales de comunicación con el mundo; por eso, los hombres, tenían capacidad para contactar con realidades diferentes y simultáneas, transmitiendo, mediante su energía, un significado simbólico. En el mundo actual, en el que las referencias de creatividad surgen de forma externa al individuo que crea, no puede estar este en conexión con el producto creado; de ahí la deshumanización del Arte. No hay nada más completo e interesante que la creación generada desde la mirada interior, desde el propio centro, para que, reconducida por la conciencia surja en espiral hacia el universo y consiga que éste se multiplique hasta el infinito. Si conseguimos que las artes generen lenguajes continuamente renovados, con significados descifrables procedentes de su naturaleza profunda, habremos creado una sintaxis capaz de conectar el alma del artista con el mundo; y esa empatía, producirá nuevas espirales de creación artístico-científica en el avance hacia el infinito de lo etéreo.