Hoy vivimos en un mundo diverso que presenta retos, desigualdades y problemas a los que se debe hallar las posibles soluciones. Asimismo, muchas veces se pone el énfasis en los resultados y en la competitividad, en ocasiones, sin tener en cuenta las relaciones afectivas y humanizantes. En tal sentido, la educación es un componente fundamental para lograr el desarrollo de seres humanos capaces, no sólo con aptitudes cognitivas, sino también las de convivencia, que puedan expresar sentimientos y emociones, proteger la propia integridad bajo presión y forjar un comportamiento positivo. Las emociones son el origen y el motor de nuestras acciones como seres humanos. Es decir, somos lo que sentimos y las emociones tienen gran poder en nuestros conocimientos y comportamiento. También influyen en nuestras motivaciones, proyectos de vida y aspiraciones. Son la clave de nuestro propio conocimiento y crecimiento personal.