En 2005, Sudán del Sur se convirtió en un país atractivo para la inversión en la región. Gente de todo el mundo acudía en busca de oportunidades de inversión, ya que el país estaba a punto de hacerse con el control total de sus recursos petrolíferos, que constituyen el 98% de sus ingresos. La ciudad de Juba era el centro de estas actividades. En menos de dos años creció considerablemente el número de inmigrantes económicos procedentes de Kenia, Uganda, Etiopía, Ruanda, Sudán y Eritrea. Los keniatas se hicieron con el control del sector bancario, los eritreos y los etíopes tomaron la delantera en la construcción de hoteles y carreteras, así como en el comercio general del país. Uganda se hizo cargo del suministro de alimentos y vehículos. Somalia controló el suministro de combustible al país. Este libro trata de analizar las oportunidades y los retos a los que se enfrenta la inversión en la República de Sudán del Sur. Explora el papel del gobierno en la creación de un entorno favorable o desfavorable para los inversores. La ciudad de Juba tiene dos funciones principales: en primer lugar, es la capital nacional del país más joven del mundo y, en segundo lugar, es la capital del Estado de Jabek, sucesor del Estado Ecuatorial Central, que tiene una posición muy influyente en lo que respecta a la inversión.
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