En la introducción de este libro hago un reconocimiento a eso que es verdaderamente esencial: nuestra vida. Se trata de aprender a vivirla descubriendo de qué manera ella nos justifica. "La existencia -dijo alguna vez Sartre- no es un regalo y cada quien está obligado a legitimarla con sus actos." A lo que yo añadiría: no sólo con nuestros actos; también con nuestras convicciones y testimonios, con nuestras ilusiones y certezas, con nuestros recuerdos y propósitos. Legitimarnos, en fin, en lo que es y ha sido nuestro tiempo: realidad construida alrededor de ciertas armonías que, lenta y subrepticiamente, va dibujando nuestra memoria. R.F.