Se trata de la primera parte de la biografía de José Ignacio Árciga y Ruiz de Chávez, obispo auxiliar de Clemente de Jesús Munguía, y luego segundo arzobispo de Michoacán. Principia con el nacimiento del biografiado, 1830, y termina con un informe al papa llamado Relación de visita ad limina, suscrito en 1878. Queda, pues, pendiente la segunda parte, de 1879 a 1900, año de su fallecimiento.Comprende su formación en Pátzcuaro y en el Seminario Tridentino de Morelia, tanto en estudios como en valores y normas de conducta; el magisterio que desempeñó en matemáticas y teología, la expulsión que padeció junto con todo el seminario a causa de la ocupación del edificio por tropas de Epitacio Huerta; el destierro y continuación del magisterio en Celaya, el ministerio de párroco en la ciudad de Guanajuato. Se da el contexto eclesiástico y nacional: el triunfo del liberalismo, la Intervención francesa, la creación de nuevas provincias y diócesis, la desilusión del imperio de Maximiliano. Su nombramiento como obispo auxiliar de Munguía y la vista pastoral que emprende en algunas parroquias de la diócesis de Zamora por enfermedad del Obispo José Antonio de la Peña. Su elevación a segundo arzobispo de Michoacán, que incluía gran parte del Bajío guanajuatense. Su ejemplar visita a La Piedad.El viaje a Europa con motivo del Concilio Vaticano I: el significado y trascendencia de sus definiciones y de proyectos no concluidos pero discutidos. El retorno y la redefinición de proyectos: la incesante visita pastoral, con la colaboración de varios clérigos, a todas las parroquias del arzobispado, que además de inspecciones formales incluía reevangelización, catequesis en todos los niveles, numerosas confirmaciones, confesiones, comuniones y matrimonios; reforma de costumbres, implantación de la disciplina del clero, reconstrucción o levantamiento de iglesias, restauración del esplendor del culto, reencauzamiento de la piedad popular. El impulso a los cultos eucarístico, del Sagrado Corazón y mariano. La renovación del Cabildo catedral y del Seminario conciliar, poniendo al frente a José María Cázares, institución de alto nivel académico frente al positivismo. La resistencia pacífica y activa frente a la Reforma exacerbada de Lerdo de Tejada, que incluyó merma de actividades y personal de la Iglesia. Todo en el contexto del pontificado de Pío IX y el inicio del de León XIII, que coincidía con el advenimiento del porfiriato, la consagración de Cázares como segundo obispo de Zamora y la redacción de la visita ad limina de 1878.
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