En este libro, el autor afirma que la juventud congoleña ha asumido la identidad de la calle. Esta postura, que se ha convertido en perjudicial para ellos personalmente y para la sociedad en su conjunto, exige que todas las inteligencias la miren a la cara con la intención de prever una salida favorable que pueda detener la hemorragia y garantizar un futuro radiante para la República Democrática del Congo. Para lograr este objetivo, el autor propone dos alternativas: (i) el encarcelamiento de los jóvenes congoleños en un centro de reeducación, y (ii) el tratamiento mental en el Centro de Neuropsicopatología. Justifica esta propuesta por el hecho de que, desde un punto de vista jurídico, el comportamiento de los jóvenes debería considerarse un delito. Y desde el punto de vista psicológico, como una patología.
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