América del Sur es un continente sin mito, sin esa palabra primera que indica una destinación. No por eso se encuentra sin palabra, ya que cuenta con una herencia, que viene en las lenguas Castellana y Portuguesa. Es a través de ellas que hereda la latinidad. América del Sur es heredera de la pietas latina cantada en la Eneida de Virgilio. La reunión de la Eneida con América da origen a Amereida, obra colectiva en cuyo blanco actuante aparecen unos planos que forman parte del poema como tal, siendo parte del aporte hecho por la arquitectura al poema. América del Sur entra en el blanco poético de la página. La América poética es el concreto continente que le concierne a quienes lo habitan. Son los arquitectos quienes vinculan palabra poética y extensión orientada, palabra y posición. En esta tierra sin mito la poesía propone la travesía. Atravesar el continente, padecer su extensión y erigir una obra de arquitectura que es una donación, esta es la clave que garantiza una nueva relación, ya no de explotación o dominio, propio del espacio colonial, sino nacida de una contemplación que es anterior a todo uso. Lo que la lleva a desarrollar una arquitectura efímera.