Si algo ha dejado impregnado en mí la profesión que escogí, fue el amor a la justicia. El tiempo dedicado al asesoramiento en materia legal y, a contribuir a lograr la solución de innumerables casos sometidos a mi consideración que de una manera muy arraigada, colegiada o individual, aun ocupa una parte de mi cerebro y, considero muy difícil desprenderme de ella; del recuerdo de casos connotados que marcan la existencia de cualquier jurista, pero a la vez, también conjugando dicha responsabilidad con la no menos importante profesión del escritor, que dentro del marco no solo del derecho, sino algo más allá, de la vida en su conjunto, permite dar un vuelco a los conocimientos y experiencias obtenidos al respecto y emplearlos, por qué no, de una manera humorística, satírica, ficticia y real, dentro del respeto que merece; así como didácticamente, para quienes al leer la obra pueda siempre tener presente lo abarcador e importante para la humanidad de esta materia.