La familia Fonseca Teles consiguió comprar la casa con la que soñaban: grande, con jardín delante y huerta detrás. Simplemente no sabía que no estaba vacío, a pesar que estaba cerrada. Nada más la familia se mudó a la nueva casa, Cristina y Ana Júlia empezaron a presenciar allí cosas "extrañas" que sucedían. Sin embargo, en opinión de Augusto, para todas estas cosas solo había una explicación: todo no era más que producto de la imaginación de sus hijas. Doña Rosa las consolaba, pero al final siempre daba la razón a su marido. Imaginación o no, lo cierto es que, desde la mudanza, estos acontecimientos habían ido quitando la tranquilidad a la familia. Por eso, esa noche, Augusto decidió que desentrañaría el "misterio", fuera el que fuera. Pero esta vez no tuvo explicación, ni siquiera para lo que vieron sus propios ojos... Fue entonces cuando, convencido por doña Rosa, decidió buscar ayuda.
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